Existen varios mitos alrededor del tema del compostaje, algunos de ellos resultan ser simples confusiones o malentendidos, pero otros son mentiras que suelen alejar a las personas del increíble mundo del compostaje. En este blog presentaremos algunos de los mitos más comunes, y te revelaremos la verdad.
Este es un mito muy común y completamente entendible, estamos acostumbrados a que los residuos generen malos olores cuando los dejamos descomponer. Resulta lógico pensar que sí mi basurero huele mal y ese olor lo generan aquellos restos que se están descomponiendo, entonces el compostaje también va a oler así de mal.
La realidad es que los residuos que se descomponen en el basurero, lo hacen en un ambiente con poco oxígeno y escasas bacterias eficientes lo cual fomenta la putrefacción que asociamos con los malos olores.
Solemos pensar que el compostaje va a oler como una pila de residuos sin manejar.
Mediante el compostaje depositamos nuestros residuos en un medio controlado, oxigenado y con un balance nutricional adecuado. Esto permite que los microorganismos trabajen eficientemente en procesar los residuos antes de que estos puedan comenzar a generar malos olores.
El compostaje siempre y cuando se lleve a cabo adecuadamente no debe de emanar malos olores, más bien debe oler como a tierra fértil o a la riqueza de un bosque. No obstante es un proceso biológico dinámico y cambiante, en el cual todos los días agregamos residuos distintos en proporciones únicas. Ningún compostero está exento a generar un desbalance temporal que ocasiona malos olores, afortunadamente creamos una guía para resolver estos problemas fácilmente.
Muchas personas piensan que a la compostera hay que echarle tierra, tal vez porque observan que el producto final se asemeja a la tierra, o porque piensan que de esta forma se le añaden microorganismos a la compostera.
Lo cierto es que a la compostera lo único que se le debe añadir son los residuos orgánicos como restos de frutas, verduras y hortalizas y materiales secantes como comprimidos de aserrín, papel y cartón. Hemos compilado una lista con todo lo que se le puede y se le debe añadir a una compostera.
Este mito tiene su origen en la creencia de que los residuos orgánicos como se descomponen fácilmente entonces no contaminan. Es por este mismo motivo que muchas personas tienen la mala costumbre de desechar los residuos orgánicos al borde de la carretera desde vehículos en movimiento, o botar una cáscara de banano en cualquier lote baldío.
Lo cierto es que los residuos orgánicos cuando no son gestionados de manera adecuada pueden ser un foco importante de contaminación. Cuando los residuos orgánicos terminan en el ambiente compactado de un relleno sanitario, su descomposición es lenta y genera grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero.
Los residuos orgánicos que terminan el el relleno sanitario pueden significar un importante foco de contaminación
Los residuos orgánicos mal gestionados son parcialmente responsables de varias plagas que pueden ocasionar peligrosas enfermedades en los seres humanos como ratas, ratones, moscas y cucarachas. Al compostar evitamos que los residuos responsables de atraer a estos animales terminen en nuestras calles y aceras.
Los lixiviados (caldos de la “basura”) que generan los residuos orgánicos mal manejados pueden llegar a contaminar importantes fuentes de agua subterráneas y superficiales.
Los residuos orgánicos mal manejados son capaces de contaminar el agua y el aire, generar malos olores, propiciar la proliferación de plagas y acelerar el cambio climático. Mediante el compostaje podemos evitar todas estas problemáticas.
Algunas técnicas de compostaje como las pilas, los cajones y la lombricultura si requieren de mucho espacio. En el pasado era común que el compostaje fuera una práctica exclusiva de fincas u hogares con un jardín espacioso.
Por suerte existen alternativas como las composteras giratorias o las cajas de takakura, las cuales permiten hacer compostaje en un espacio menor a 1 m2. Ahora la gran mayoría de hogares pueden hacer compostaje, ayudar al medio ambiente y producir abono orgánico.
Compostar es muy sencillo y requiere de poco tiempo. Sin embargo, tampoco ocurre solo. El compostaje es en realidad un proceso de descomposición controlada, esto quiere decir que el compostero debe de cerciorarse que se cumplan las condiciones de humedad, aireación y balance nutricional para que los microorganismos que llevan a cabo el proceso de compostaje puedan actuar eficientemente.
Cuando simplemente enterramos nuestros residuos en un hueco en el patio trasero o hacemos una pila que dejamos quieta, no estamos compostando. Al no ser un proceso monitoreado lo más probable es que ocurra lentamente, ocasione malos olores, atraiga a animales no deseados y emita metano.
Existe una técnica de compostaje llamado lombricultura o vermicultura que sí conlleva la crianza de lombrices de tierra que son las principales responsables de convertir los residuos orgánicos en abono. No obstante este tipo de compostaje tiene varias restricciones, como por ejemplo, requiere de más tiempo y espacio, no acepta residuos cocinados o cítricos, y las lombrices pueden resultar poco glamurosas para algunas personas.
No es necesario tener lombrices para poder hacer compostaje
Lo bueno es que existen varias técnicas para hacer compostaje que se basan en seres imperceptibles y eficientes como los microorganismos. Estos son capaces de convertir los residuos orgánicos en abono en menos de un mes y en un espacio muy reducido.