La naturaleza tiene muchas lecciones por enseñarnos, una de ellas es como vivir sin desperdicios. En el mundo natural todo lo que ha terminado su vida útil se recicla y vuelve a tener un propósito. Como bien nos enseñaron en el colegio, la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Una hoja vieja que ya no le sirve a un árbol para producir alimento caerá al suelo dónde se transformará en nutrientes que otros organismos e incluso el mismo árbol pueden aprovechar para alimentarse, crecer y prosperar.
Los sistemas naturales han aprendido que los recursos son limitados, por lo tanto, lo más sabio es buscar la manera de aprovecharlos al máximo. En contraste, nosotros los humanos decidimos en algún momento de la historia reciente, que la mejor forma de lidiar con aquellos objetos que ya han culminado su vida útil consiste enterrarlos en enormes fosas, sepultando así la energía, los materiales y los nutrientes contenidos en ellos.
El compostaje consiste en tomar prestado una hoja del libro de la naturaleza y replicar la forma en que los ecosistemas tratan los residuos orgánicos como las hojas, ramas, frutos o restos animales que se producen durante el ciclo de la vida. Es la razón que explica por qué un bosque se mantiene productivo por miles de millones de años mientras que los campos de cultivo ocupan de fertilizantes y enmiendas para mantener la fertilidad del suelo.
Los bosques se mantienen productivos por millones de años mientras que los campos agrícolas ocupan de fertilizantes para continuar siendo productivos.
El compostaje es un proceso que llevan a cabo seres vivos, especialmente microorganismos que en las condiciones adecuadas de oxigenación, humedad y temperatura pueden transformar nuestros residuos orgánicos en abono. Mediante el compostaje los nutrientes contenidos en los residuos orgánicos son transformados en formas más sencillas que las plantas pueden absorber y utilizar para crecer y reproducirse.
El compostaje es una forma de reciclar, ya que los residuos en lugar de ser desechados y enterrados en grandes pilas junto al resto de nuestros residuos, son convertidos en un nuevo producto de utilidad, en este caso en abono o compost. A diferencia de otros residuos como el plástico, vidrio, cartón o metal que para su reciclaje deben usualmente ser enviados y procesados en plantas especializadas, los residuos orgánicos los podemos reciclar en nuestra propia casa mediante una compostera.
